"¿Por qué te abates, alma mía? ¿Y por qué te turbas dentro de mí? . . . ¡Oh mi Dios, mi alma está abatida dentro de mí "(Salmo 42:5-6).
Los eruditos no están seguros sobre quién fue el escritor de este salmo. Lo que sabemos con certeza es que algo le estaba molestando. Su alma está profundamente perturbada y ¡él no puede explicar por qué! Este salmista está en el fuego de Dios. El “brama” por El Señor de la manera en que un ciervo brama por las aguas sediento de Él, anhelando intimidad. Él pregunta, "¿cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?". No hemos aprendido cuál es la enfermedad del salmista. ¿Alguna vez ha experimentado este tipo de melancolía inexplicable, este inesperado malestar espiritual sin nombre? Esta muy bien caminar sin pecado conocido en la vida. Pero un día usted se despierta con esta alteración profunda en su alma. Algún tipo de depresión se ha apoderado de usted y no puede poner su dedo en la llaga. Tengo buenas noticias para usted: ¡Esta es una enfermedad de los justos! Y golpea sólo los que tienen hambre de Jesús. No hemos de tener miedo de tal enfermedad porque el Espíritu Santo tiene parte en ella. Tengo la suficiente experiencia de vida como para saber que llega un momento en que esto le sucede a cada cristiano. Pero no debemos tratar de entender ¡porque no podemos! El salmista nunca consigue respuesta a su "por qué”. Y no hay un libro, un consejero o un psicólogo en la tierra que le pueda decir por qué una enfermedad sin nombre ha llegado a usted. Creo que esta enfermedad rara es "el gemido del Espíritu Santo" dentro de nosotros. Él està dejándonos saber qué se siente al estar sin Dios, por nuestra propia cuenta, sin consuelo, sin esperanza ni orientación ¡Èl nos permite experimentar sólo una muestra de esa horrible, terrible condición! Nuestros cuerpos son su templo y Èl ha sido enviado para prepararnos como una novia pura para Cristo. Él sabe lo que se necesita para mantenernos sin mancha para el Esposo, Él sabe lo importante que es para nosotros clamar diariamente a Dios por fuerza y poder. Simplemente no podemos estar firmes en este momento a menos que permanezcamos en intimidad con el Señor, confiando en Él plenamente, y corriendo constantemente a su presencia.
“¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío”. Salmos 42:5-6
David wilkerson, hoy Por: David Wilkerson
Editor Agenda de Dios: Olman Rím
Dicen que “nadie sabe lo que tiene… hasta que lo ve perdido”… que me parece es aplicable a nuestra relaciòn con Dios nuestro Señor, aunque una realidad es que Èl nunca nos deja, somos nosotros los que, consciente o inconscientemente nos alejamos de Èl, llegando en ocasiones a extremos de poner en riesgo y hasta perder nuestra comunión con Èl… Pero Dios, nuestro Señor, en su infinita misericordia, en su fidelidad a toda prueba, SIEMPRE està al pendiente de sus ovejas y nos busca con lo que el autor de nuestra reflexión de hoy llama “enfermedad sin nombre” para hacernos reaccionar… Me parece que no hay la menor duda: a TODOS nos gusta decir con Pablo : “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13) y no deja de ser frecuente el que, en la euforia de una vida en victoria se nos olvide lo que significa el requerimiento de “EN CRISTO”, porque en Juan se nos dice: “separados de mì no puedes ustedes hacer nada” (Juan 15:5)… Poner en duda “el Señor es mi Pastor, nada me falta” (Salmo 23:1), es no tener fe y “sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6).
“Examìname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fìjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno” (Salmo 139:23-24 NVI).
Gracias Padre por este nuevo día, gracias por la luz de tu Palabra, gracias porque tu fe que me has revelado es hoy el sustento de mi vida, gracias porque SIEMPRE me cuidas al salir y al regresar en todas las áreas de mi vida, gracias por darme tu Paz que sobrepasa todo entendimiento… Te pido Señor me mantengas en mi propósito de vivir y morir en una completa y santa comunión contigo, te lo pido en el nombre glorioso de Jesucristo mi Señor y Salvador, amén!...
Tijuana, B. C., enero 25 del 2012