Monday, August 15, 2011

“Tras la huella de su madre”

A mis amigo(a)s cibernautas:
Reflexiones Cristianas
Era un día muy ajetreado en nuestro hogar. Pero claro, con 10 hijos y otro en camino, todos los días eran un poco agitados. Ese día en particular, sin embargo, tenía dificultades incluso para realizar los quehaceres domésticos de rutina, y todo a causa de un pequeñito. Len, que tenía tres años entonces, estaba encima de mis talones, dondequiera que me dirigiera. Cada vez que me detenía para hacer algo y me volteaba, tropezaba con él. Varias veces le había sugerido pacientemente actividades divertidas, para mantenerlo ocupado. -¿No te gustaría jugar en el columpio? -le pregunté una vez más. Pero él simplemente me brindó una inocente sonrisa y me dijo: -Está bien, mamá, prefiero estar aquí contigo. Luego continuó retozando alegremente a mi alrededor. Después de pisarlo por quinta vez, comencé a perder la paciencia e insistí en que saliera a jugar con los otros niños. Cuando le pregunté por qué estaba actuando así, me miró con sus dulces ojos verdes y me dijo: -Mira, mami, en la escuela mi maestra me dijo que caminara tras las huellas de Jesús. Pero como no puedo verlo, estoy caminando tras las tuyas. Tomé a Len entre mis brazos y lo abracé. Lágrimas de amor y de humildad se derramaron sobre la oración que brotó en mi corazón: una plegaria de agradecimiento por la simple, pero hermosa perspectiva de un niño de tres años.
Davida Dalton
¿Qué tipo de huellas estás dejando en tu vida? ¿Quieren tus hijos, amigos o compañeros de trabajo seguirlas? Mucho hemos oído de seguir las huellas de Jesús, pero ¿pueden los demás seguir las tuyas también?.
Juan 8:12: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
Fuente: Sopa de Pollo para el Alma del Cristiano

“de tal palo, tal astilla” o “hijo de tigre, pintito”, han sido –no estoy seguro que sigan siendo- expresiones populares para referirnos al parecido –màs allà de lo físico- entre padres e hijos… Por experiencia propia y por mis observaciones a través de mi ya larga vida, a mì me parece que son las Madres quienes forman a sus hijos y que, aùn en los casos de Padres con una participación responsable y comprometida, tal participación no va màs allà de un 20-25%... ya no digamos que en la mayoría de los casos es de cero o menos cero, puesto que en muchos casos la Madre tiene que luchar contra los malos ejemplos del Padre… En nuestra reflexión del dìa de ayer se nos hizo notar la importancia de asumir cabalmente nuestras responsabilidades en lugar de buscar culpables de lo que nos pasa fuera de nosotros mismos, porque el encontrarlos se convierte en un buen entretenimiento que nos distrae  de lo que debiera ser el definir lo que haya que corregir y actuar en consecuencia… Todos nos quejamos de la degradación social en la que vivimos: mucha tinta, muchos espacios, muchos discursos se repiten dìa con dìa con diagnósticos que no pasan de ello porque muy poco –mejor dicho nada- es lo que se actùa; nos encanta hablar de los efectos y como que no nos gusta –porque ello nos confronta- hacer referencia a las causas… Mientras no tengamos mejores hombres y mujeres, no es posible aspirar a tener una mejor sociedad y mientras no se reconstruya la integridad de la Familia como institución social clave, seguiremos teniendo niños que “siguen huellas” equivocadas y machos, tan machos, que ante la responsabilidad “son tan hombres” como para correr y dejar a que las Madres se las averigüen… ¡Vale màs que empecemos a actuar, el riesgo de ser devorados por el materialismo que provoca actitudes violentas, propias de algunas especies animales, es cada dìa mayor!... ¡Quienes son los actores de la nota roja de todos los días –cada vez màs jóvenes, cada vez màs menores de edad-, no son seres extraterrestres, todos ellos salieron de nuestros “hogares”: representan a las nuevas generaciones formadas por tì y por mì!... Generaciones llenas de religiosidad y carentes de Dios!...

“Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirà en sus brazos. Guìame, Señor por tu camino; dirígeme por la senda de rectitud”. (Salmo 27:10-11 NVI).
Gracias Padre, por este nuevo dìa, gracias por la luz de tu Palabra, gracias porque en tu amor he encontrado toda la satisfacción a los efectos del sentimiento de rechazo que consciente o inconscientemente me afectaron por tanto tiempo… Padre, hazme parte de tu trabajo de rescate de tu juventud, Señor, juventud que, a pesar de lo que se diga, ha nacido y crecido sin conocerte, dame el camino para ponerme a trabajar en la forma y condiciones que tù dispongas, te lo pido en el nombre glorioso de Jesucristo, mi Señor y Salvador, amèn!...

Tijuana, B. C., agosto 15 del 2011



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