Tuesday, August 23, 2011

“No estoy solo… el Padre está conmigo”

A mis amigo(a)s cibernautas:
Agosto 23, 2011
Jesús seguía hablando a sus discípulos sobre su pronta partida y su segunda venida, él sabía que su muerte era inminente y que después de resucitar y ascender al cielo, volvería por segunda vez. Pero, sus discípulos no comprendían lo que Jesús les decía y ellos por el contrario, a causa de sus palabras, se sentían aún más preocupados e intranquilos. Sin embargo, Jesús les animaba, hablándoles del Espíritu Santo que les acompañaría siempre, les ofreció su paz (completa y eterna) que es diferente a la paz que ofrece el mundo (momentánea y condicionada por las circunstancias), les llamó amigos y no siervos; les dijo que su tristeza se convertiría en gran gozo y que todo lo que pidieran al Padre en su nombre, lo recibirían y aun así el corazón de los discípulos seguía lleno de tristeza.
Luego Jesús les habló claramente y los discípulos pudieron entender y declarar que Jesús había ciertamente venido de Dios. Entonces, Jesús les dice una verdad aun más dura y era  el hecho de que ellos se irían cada uno por su lado y le dejarían solo. Pensando en estas palabras dichas por Jesús, podemos aprender una gran lección: Los discípulos estaban solo pensando en qué sería de ellos sin Jesús, sin preocuparse por un momento lo que Jesús tendría que vivir, cómo sería su muerte, de qué forma él tendría que volver al Padre. Jesús por su parte, aunque podría estar dándoles una mala noticia, sus palabras estaban llenas de esperanza, promesas,  aliento y paz. Y aun  sabiendo lo que el sufriría por su muerte en la cruz y el abandono de aquellos que él amaba y llamó sus amigos, pudo declarar:       Más no estoy solo, porque el Padre está conmigo”.
■ ¿Cuántas veces nos encontramos solos, lamentándonos de nuestros problemas y somos incapaces de ver la necesidad de otros? ■ ¿En cuántas oportunidades decimos verdades que hieren y no imitamos a Jesús al hablar?
■ ¿Será que aún en los momentos más difíciles, cuando los que amamos ya no están, cuando parece que estamos solos enfrentándonos a gigantes podemos declarar como Jesús, que Dios está con nosotros?
Dios, no determina su paz y amor para con nosotros por las circunstancias que estemos viviendo. Él es un Padre amoroso y fiel dispuesto a estar con nosotros siempre, en nuestras alegrías y tristezas, en nuestras victorias y derrotas. Aunque no estén los que amamos a nuestro lado, aunque nos equivoquemos, a pesar de nuestros errores y malas decisiones. “¡…y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Amen! Mateo:28:20
Ana de Arcia, Maracay,Venezuela.

Hemos estado en el tema de crecer en nuestra fe, y como consecuencia de ello, en nuestra comunión con nuestro Padre celestial… La reflexión que nos llega hoy nos mantiene en ese tenor y nos trae un mensaje cuya profundidad merece de nuestro detenimiento para que podamos asimilar lo que es una hermosa realidad de nuestra existencia; Dios nuestro Señor siempre ha estado –y está- con nosotros, esperando el que estemos dispuestos a abrir la puerta, a recibirle… No cometamos el error –lo digo por experiencia personal- de esperar hasta “tocar fondo” como dicen los psicólogos, salgamos de nuestra muy humana testarudez y dispongamos nuestro corazón a fin de que tengamos la sensibilidad de reconocerle en nuestra compañía y las múltiples manifestaciones de su amor incondicional, tengamos la humildad de reconocer que sin él “no vamos a ninguna parte”, no se nos olvide lo que al respecto nos dice su Palabra: “si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra” (2 Crónicas 7:14 NVI)

“Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido” (Hebreos 10:36 NVI).
Gracias Padre por este nuevo día, gracias por la luz de tu Palabra, gracias por esperarme por tanto tiempo, gracias porque a pesar de mi testarudez me recibiste con júbilo… Te pido Señor me mantengas en mi mayor propósito, mi mayor anhelo, que es vivir y morir en una completa y santa comunión contigo, Padre, pon en mí tanto el querer como el hacer para vivir en tu voluntad y para que todo aquello que no esté en el ámbito de tu voluntad, me sea quitado, me sea impedido, sea alejado de mí, te lo pido en el nombre glorioso de Jesucristo, mi Señor y Salvador, amén!...

Tijuana, B. C., agosto 23 del 2011

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